Tercera Noche Preparatoria: Rumbo al VII ENAPOL- 2 de julio 2015
Reseña: Nora Cappelletti
La tercera y última Noche Preparatoria: Rumbo al VII ENAPOL, fue una noche especial: contamos con la presencia del director del VII ENAPOL: Rômulo Ferreira da Silva, quien inscribió su intervención en relación a “La adolescencia bajo el imperio de las imágenes”.
Asimismo, Gloria Aksman y Patricia Moraga, coordinadoras -respectivamente- de los grupos de investigación: Sexualidad virtual: hombres y mujeres, y El psicoanálisis y “el mind, body problem”, presentaron una síntesis de sus trabajos, los cuales serán desarrollados en lasConversaciones del ENAPOL.
Más de 120 entusiastas participantes siguieron con atención las exposiciones y participaron del debate que siguió a las mismas.
La coordinación e interlocución estuvo a cargo de Fernando Vitale-director del VII ENAPOL, por la EOL- quién comenzó la presentación subrayando que “el ENAPOL ya esta acá nomás”. Sostuvo que en el Encuentro habrá “sorpresas” que por obvias razones no pudo adelantar. Transmitió que se recibieron alrededor de 250 trabajos para las mesas simultáneas, y que en breve se subirán a la web del ENAPOL los 45 textos de los grupos de investigación. Luego de presentar a los tres expositores de la Noche, le dio la palabra a Gloria Aksman.
Gloria nombró a los integrantes del grupo que coordina: Catalina Bordón, Silvina Bragagnolo, Mónica Bureau, Walter Capelli, Padro Casalins, Paula Husni, Delfín Leguizamón, Ines Szpunt y Hernán Vilar.
Sostuvo que se orientaron con una frase de Lacan:”Que al hombre le guste tanto mirar su imagen, pues, está bien, sólo queda decir: así es”.
Esto los convocó a reflexionar sobre qué implica el hecho que el parlêtre esté encerrado en el goce autista de las imágenes; época en la que los sujeto pasan tu tiempo frente a las pantallas, cobrando cada vez más existencia la inexistencia de la relación sexual.
Siguiendo a J.-A. Miller sostuvo que la sexualidad virtual es un recurso más para intentar taponar la hiancia, imposible de colmar, del “no hay relación sexual”.
Sostiene Gloria que el antecedente es la pornografía, que en la actualidad se ha virilizado: intento de naturalizar ese goce reservado a la privacidad. Retoma a R. Barthes, en La cámara lúcida, para definir a la privacidad como esa zona del espacio y el tiempo en la que no soy una imagen. Y agrega que en la sociedad actual-caracterizada por el discurso de la transparencia y donde todo está expuesto-es difícil imaginar esto. No hay cabida para el secreto.
Citó Byung-Chul Han quien sostiene que el respeto ha sido vulnerado. Respeto en tanto “mirar hacia atrás”, presupone una mirada distanciada.
Hoy la mirada es sin distancia, mirada del espectáculo. Proviene de spectare: “alargar la vista a la manera de un mirón”. En la sociedad del espectáculo, la imagen reina por sobre la palabra.
El erotismo cede frente a la pornografía: la obscenidad-donde nada permanece oculto- hace desaparecer el cuerpo: cuerpo que no se recorta sobre un fondo de ausencia.
Afirma Gloria que la hipótesis de la declinación del NP como efecto del imperio de las imágenes, supone la sumisión de lo simbólico a lo real y lo imaginario, y lleva a la pregunta si esto modifica los lazos.
Retoma aportes de integrantes del grupo de investigación, que fueron incorporados a los Boletines: Rumbo al VII ENAPOL:
1-El de Pedro Casalins, quien destaca que es conveniente no quedar obnubilados por este nuevo síntoma social, ya que el mero uso de un recurso tecnológico no supone que incida necesariamente en la subjetividad. Si lo hace es por una variación en las funciones reguladoras de los goces, o por la inoperancia de los modos fantasmáticos usuales. Si hay eficacia de las plataformas virtuales que den cuenta de nuevos síntomas, en este campo, podría ser porque la potencia de la imagen tiende a compensar las consecuencias del debilitamiento de los nombres del padre, en ambos sexos. Cuestiones que deberán ser verificadas en la clínica. –
2-Asimismo, Silvina Bragagnolo, exploró la sexualidad virtual en mujeres, a través de los capítulos de la novela “50 sombras de Grey”, que iban apareciendo por Internet. Miles de mujeres visitaban la página diariamente e intervenían activamente, lo cuál promovía modificaciones en el texto que la autora iba escribiendo. Destaca efectos en las conductas de las mujeres, luego de la salida del libro: consultas y consumos masivos en los sex shop. No obstante, el éxito de la novela parece sostenerse a condición que el amor sea insoslayable: con una solicitación sexual importante, si, pero donde el amor juega su papel.
Sin embargo, destaca Gloria apoyándose en la clínica, la sexualidad virtual-con la pornografía como paradigma- exhibe la pulsión al desnudo y sin dirección al otro, haciéndose presente en la fugacidad de los encuentros, haciendo existir la ausencia de la relación. Ejemplifica con las mujeres a la pesca de relaciones seriales en tinder. Se pregunta si esto responde a la feminización del mundo, en tanto régimen del más allá, que señala cierta decadencia del goce fálico, o si por el contrario es por la insuflación del goce fálico. Sostiene que mantienen la pregunta, sin responder, y que destacan la banalidad de la inmediatez de los encuentros.
3-Catalina Bordón se interroga -respecto de la época donde la tecnociencia crea objetos para obturar el vacío, y lo virtual intenta borrar lo sólido del cuerpo-: ¿qué lugar para el encuentro con el otro cuerpo? La autosatisfacción, el goce del cuerpo propio, dejan a algunos sujetos modernos subsumidos en soledades colectivas. En el intento de reparar la falla inicial, ésta se abre no ya al desencuentro, que supone lidiar con el otro, sino a solo sombras de sí mismo.
4-Hernán Vilar se detuvo en los modos de uso del espacio virtual, respecto de una tendencia inaugurada en los ´70, y que la tecnología actual lleva a ciertos extremos:
los encuentros sexuales en entornos simulados, mediante el uso de tecnogadgets que vienen a prometer una sexualidad sin “tropiezos”, sexo seguro y sin límites. La tecnociencia aliada al mercado de consumo, no deja de producir estas soluciones “pret a porter”, que convendría leer recordando al Lacan de El Reverso del Psicoanálisis: “Si se puede simular el plus de goce, eso mantendría a mucha gente entretenida”.
Para concluir, Gloria ubica la pregunta que surge en el trabajo: “qué sujeto es el sujeto actual?” Y sostiene que encontraron la respuesta en una película: “Don Juan”, que no es don Juan, nos dice Gloria, sino que es de Juan, el don. Siguiendo a Byung-Chul Han sostiene que el sujeto actual es el sujeto narcisista del rendimiento, abocado al éxito.
Patricia Moraga, comenzó su exposición nombrando a las integrantes del grupo: Leticia Acevedo, Dolores Amden, Soledad Arrieta, Andrea Brustein, Alejandra Glaze, Soledad Gonzalez Prado, Graciela Horowitz, Graciela Lucci, Marita Salgado y Analía Trachter.
Respecto del tema que las convocó al trabajo, sostiene que el mismo parte del dualismo cartesiano, pero el tema se remonta más allá de Descartes, a Platón, con el problema del alma y el cuerpo. Con Descartes cobra importancia por la incidencia en el campo de las ciencias.
Respecto de las dos sustancias: la extensa y la pensante, destaca Patricia que Descartes sostenía que la esencia del hombre es la sustancia pensante.
Importancia para las ciencias: en tanto ambas diferencian dos naturalezas y dos métodos diferentes.
El “mind, body” se inscribe en la filosofía analítica anglosajona. Se destaca el dualismo: mente/cuerpo.
De las distintas ramas posibles, eligieron para la investigación las neurociencias por su incidencia en los diagnósticos y trastornos psiquiátricos.
Retoma Patricia preguntas que se hacen los neurocientíficos: -que es el lenguaje; -que son las representaciones?; -cómo es que el cerebro puede representar algo fuera de si mismo?
Sostiene que se trata de un monismo naturalista, en tanto reducen todos los trastornos a lo físico.
Subraya que el siglo XXI es el siglo del cerebro. Coincide con un cambio de paradigma: las neurociencias se fundan en la transparencia y en la evidencia, lo cual lleva a sostener que “la casa del ser” ya no es el lenguaje.
La casa del ser de la que hablaba Heidegger, sostiene Patricia no sin ironía, ha sufrido cambios y refacciones.
En el siglo del primado de la genética y de los códigos digitales se ensancha el imperio de las imágenes y se angosta el campo del lenguaje.
Y sostiene, parafraseando a Descartes: “somos vistos, luego existimos”.
La investigación que han desarrollado, la divide en tres partes:
-1ra. crisis diagnósticas; -2da: “Y el cerebro creó al hombre”, siguiendo la referencia a A. Damasio, neurocientífico; -3ra: ¿cómo se sitúa el psicoanálisis en éste debate?
Patricia habló de la sustitución del manual DSM5 por otro, proveniente del Instituto Superior de Salud mental de EEUU, subrayando la decisión del gobierno americano de financiar únicamente investigaciónes que contengan datos objetivos, los cuales provendrían del cruce de marcadores de la genética y de las neurociencias.
La consistencia diagnóstica: para que se inscriba en el marco científico debe demostrar la correlación entre conducta y cerebro: cualquier cambio en la conducta debe tener un correlato neuronal.
Asimismo, no es suficiente constatar que los tratamientos tienen efectos, hay que demostrar cómo los tienen. Damasio y otros crearon tests para evaluar sujetos con déficit en el lóbulo pre frontal, y comprobaron-para su sorpresa- que los sujetos no presentaban problemas en la ejecución de los test, debiendo concluir que no hay relación necesaria entre las lesiones y el desarrollo en los test.
En éste punto destacó Patricia el interés-en la investigación que llevaron a cabo- respecto de las “inconsistencias”.
Las investigaciones del cerebro refutan el cogito cartesiano: para las neurociencias primero está el ser, luego el pensar.
Somos un cuerpo, somos un organismo. Lo real para las neurociencias, destaca P. Moraga, es el cerebro.
Y sostuvo que lograron ubicar: “el error Damasio”, parafraseando a Damasio quien habló de “el error Descartes”.
Damasio localiza las decisiones y emociones en una base natural, el lóbulo pre frontal e incurre en una paradoja: quiere capturar estas decisiones y emociones- incluso la localización de los “principios éticos”- a través de imágenes, con lo cual la verdad pasa de lo material a la imagen, y lo material se evapora.
Para las neurociencias, destaca Patricia, el otro, el medio ambiente, es un problema. Como se introduce el Otro? pregunta, y responde: por las “neuronas espejo”. Ante la visión y el encuentro con el Otro se producen modificaciones en las neuronas motoras y así se adquieren nuevas capacidades.
El Yo no se alcanza por identificaciones especulares, sino que se obtura por la identidad de la idea del Yo.
Se forcluye, entonces, el sujeto del inconciente y lo real del goce.
Y destaca Patricia un punto interesante: en tanto las categorías no responden, los neurocientíficos llegan a sostener que hay que trabajar caso por caso…
Retoma la crítica de Lacan al cogito cartesiano- en tanto separa ser y pensamiento. Su problema era cómo articular significante y goce; inconciente y ello.
Ubica en Lacan, tres modos de alienación:
1-S.11: alineación significante; falta en ser, sujeto muerto, se restituye lo vivo a través del objeto a. Operaciones de alienación y separación. Rompe ser y pensamiento. Lo distingue.
2-Alienación correspondiente a la lógica del fantasma y del acto. La alienación/ elección natural del sujeto es dirigirse al “yo soy”, rechazo del fantasma y del goce. Y destacó que la ciencia va en el mismo sentido que la tendencia natural del sujeto.
3-En “La tercera” sostiene Lacan que no se trata de: pienso, luego soy; sino: pienso, luego gosoy. El psicoanálisis no puede ser dualista: entre simbólico e imaginario, lo real que anuda: la sustancia gozante, el cuerpo real.
Luego de las exposiciones de Gloria Aksman y Patricia Moraga, se abrió un espacio a preguntas e intervenciones donde se destacaron los campos y perspectivas que abrieron ambos trabajos.
A continuación Rômulo Ferreira da Silva comenzó su exposición situando a la adolescencia como un pasaje.
Ubica los cambios en el cuerpo, pero también los mecanismos sociales y culturales que afectan ese pasaje.
El surgimiento de los caracteres sexuales secundarios envuelven a los niños en la trama de los misterios de la sexualidad: por momentos, dando lugar a una especie de orgullo por verse participando de la vida adulta, en otros, avergonzado porque denuncian el acceso al goce sexual que hasta entonces parecía escondido.
Esas alteraciones son experimentadas de manera singular.
Destaca Rômulo que en nuestros análisis podemos constatar que lo que ocurrió en el momento de entrada en la adolescencia permanece pautando nuestras conductas. Un nuevo júbilo, vivido como placer u horror, que establece una nueva versión imaginaria del cuerpo.
Respecto del estadio del espejo, ubica que para Lacan se trata de un proceso que se perpetúa en el funcionamiento del sujeto, y no en tanto etapa que se atraviesa y se abandona.
En los esquemas de Lacan de los años 50, queda claro que el sujeto no se forma definitivamente, sino que se redefine a cada momento.
Afirma Rômulo que, en tanto el trauma fundamental para el ser humano es el atravesamiento del lenguaje -lo que lo hace sexuado, separado de su condición propiamente animal-, la sexualidad abierta en la adolescencia, actualizará la pregunta fundamental: ¿Qué soy yo en eso?
El debilitamiento del orden simbólico y la proliferación de las imágenes en lo contemporáneo, afecta-intensificándolo- el cambio vivido en la adolescencia.
El surgimiento de las tecnologías y de las redes de comunicación, permite nuevas y diversificadas identificaciones, las cuales propician variadas formas de inscripción en el lazo social.
Lo que se constata-destaca Rômulo-, es el prolongamiento de la adolescencia en el ámbito social, consecuencia del debilitamiento de lo simbólico que permite el cuestionamiento infinito de lo propuesto como norma adulta.
Sin el orden simbólico fuertemente instalado quedamos frente a un nuevo imaginario; la imagen no se estabiliza, el imperio de las imágenes promueve la infinitización de la adolescencia al ser efímeros los nuevos paradigmas que surgen.
En la clínica constatamos las nuevas formas de manifestación del malestar, que dejan de lado lo simbólico y priorizan las imágenes.
Se pregunta Rômulo si no corremos el riesgo de caer nosotros también en el desvarío del imperio de las imágenes, en la conducción de los tratamientos.
Retoma a Lacan y su ultimísima enseñanza, para subrayar que frente a la imposibilidad de simbolizar lo real, solo nos resta imaginarlo.
Pero-sostiene- esa es una proposición para el final de un análisis, y que para llegar a eso es necesario pasar por el desfiladero de los significantes.
Rômulo ubica una orientación posible para los analistas: en este tiempo del imperio de las imágenes, nos encontramos con sujetos provenientes de la época en que el Otro no existe. Bajo esa perspectiva, una posición nostálgica del analista en relación al Nombre-del-Padre intentando restaurar el Otro, puede no ser lo más indicado para la conducción del tratamiento y destaca que tal vez estemos más cerca, en estos casos, de la posición asumida frente a la psicosis.
Podemos situarnos como un otro, el semejante, que pueda soportar ser el punto de direccionamiento de lo que resta de lo simbólico en los intentos de defenderse ante lo real.
Tal vez sea una clínica en la cual el psicoanalista deba explicitar que él comparte la idea de que el Otro no existe. O sea, es necesario transmitir en la experiencia del psicoanálisis que “eso falla”.
Retoma de una intervención de Fernando Vitale -en la actividad preparatoria del VII ENAPOL, desarrollada en San Pablo, en mayo de éste año- una cuestión: frente a lo que Lacan propone para lo que podemos encontrar en el final del análisis, o sea, ante el fracaso de lo simbólico frente a lo real, sólo nos resta imaginarlo, o “imajarlo”, Y se pregunta:¿podemos pensar que lo que ha aparecido como fruto de los análisis puede también ser observado en lo cotidiano de la adolescencia? ¿No estaríamos delante de sujetos que atravesados por lo simbólico débil, encontraron en lo imaginario mayor posibilidad de defenderse de lo real “imajandolo”?
Si buscan un analista, después de ampararse en imágenes que prometen soportar su sufrimiento porque el orden simbólico falla, no habría motivo para mantenernos como guardianes de un orden simbólico.
Para que podamos abordar a los jóvenes que nos llegan es necesario localizar si hubo una entrada en la adolescencia. Esa entrada coincide con la salida de la infancia cuando el sujeto puede tomar la palabra sin estar más sometido a la autorización de los padres para eso.
La salida de la adolescencia es más difícil de determinar porque presupone la responsabilidad e independencia.
Cabe al psicoanalista en el siglo XXI dar lugar a la posición del sujeto para que él advenga como sujeto responsable. En cuanto al paso siguiente: prescindir del analista para seguir en la vía de su deseo, será una decisión del sujeto, más “no sin” la incidencia del deseo del analista.
Al observar los grupos de adolescentes y de los acontecimientos que los atraviesan, podemos verificar como cada uno se defiende de lo real que se presenta en esta etapa. Relató dos episodios, testimonio de su experiencia en tanto padre de adolescente, donde mostró- no sin humor- estas defensas en acto.
Lo que vemos es una repetición de la formación de grupos que encuentran formas de expresión que van contra el status quo en relación a lo que propone la generación anterior. Y se pregunta Rômulo: ¿Qué cambió en la adolescencia en el final del siglo pasado?
Para finalizar Rômulo abordó un punto que se inscribe en los debates actuales del psicoanálisis lacaniano: Imaginar lo Real. En tanto no tenemos al alcance lo que sería tocar lo real por lo real, nos podemos aventurar en el camino de imaginar lo real, aunque sea algo muy difícil como Lacan nos adelantó.
“Imaginar” lo real todavía es ponerlo en una escena posible. Destacó Romulo la diferencia, en francés, entre el verbo imaginer e imager. En muchos pasajes de la obra de Lacan el verbo utilizado fue el imager y no el imaginer, inclusive en el seminario Momento de Concluir.
Utilizó un neologismo para intentar alcanzar lo que le parece más próximo a lo que se trata frente al nuevo imaginario en Lacan: Tejer una imagen frente a un trozo de real que se presenta, está más cerca de “imajar” lo real de que imaginarlo.
Se trata de darle una imagen a lo real sin ningún compromiso con el sentido, una imagen desvinculada de lo simbólico.
El arte contemporáneo nos muestra como las imágenes pueden abordar lo real sin que lo simbólico esté incluido en la creación de una obra.
Concluyó su exposición sosteniendo que los AE de final del siglo XX y comienzo del siglo XXI demuestran un cambio en la manera de presentar sus testimonios. La incidencia de las imágenes es más evidente, tanto en lo que concierne a la fijación del goce, cuanto a los cambios operados por las intervenciones del analista. Imágenes sutiles, sonoras o visuales, que interfieren en el programa de goce de los analizantes.
Posteriormente siguió un animado debate, que anticipa el clima de lo que será nuestro próximo ENAPOL.
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